Nos estamos mudando.
Después habitar y cuidar Colmenas del Valle como un santuario para las abejas, donde el viento sabía nuestros nombres y la tierra guardaba nuestros pasos, ha llegado el momento de partir. No es una decisión tomada a la ligera. No es, tampoco, una despedida definitiva. Es una transformación. Un vuelo.
La vida, con su fuerza impredecible, nos empujó a mirar todo desde otro lugar. La pérdida reciente de quien fue compañero, guía y padre, nos ha dejado una enseñanza valiosa: vivir cada día como si fuera el último, con la urgencia de lo verdadero, con la dulzura de lo simple, con el coraje de seguir creando.
Así que vamos hacia la ciudad.
No por huir del silencio, sino por elegir otro tipo de resonancia. Para encontrar el pulso del arte, la risa de los niños, la vibración de lo nuevo. Nos mudamos a un espacio pequeño, en el corazón de Ensenada, con la certeza de que ahí también se puede crear un santuario para la vida. Ahí reconstruiremos nuestro nido con lo que llevamos dentro: la alquimia de la colmena, la creatividad que nos habita, y el amor incondicional que es familia.
A veces, cuando una cambia de rumbo, recibe la misma pregunta una y otra vez: ¿por qué?
La respuesta nunca es una sola. Porque sanar no tiene forma única. Porque hay quienes encuentran su medicina en la quietud, y hay quienes, como nosotros, la encuentran en el movimiento. En el abrazo con desconocidos que se vuelven comunidad. En la sorpresa de un mercado. En los colores de un mural callejero. En las olas que recuerdan que el mar también es madre. En el dinamismo que nos recuerda que estamos vivos.
La colmena —nuestra gran maestra— también nos lo muestra: el movimiento es vida. La abeja no permanece estática. Vibra, explora, comparte. Se transforma para fortalecer a su comunidad. Se da sin condiciones, y al hacerlo, florece.
Nos vamos, sí. Pero no dejamos nada atrás.
Llevamos con nosotros las memorias del santuario, la miel recolectada con amor, las lecciones sembradas por el tiempo. Llevamos el espíritu de las abejas, ese que sabe que cada nuevo hogar es una posibilidad para reinterpretarse, para volver a empezar, para tejer belleza desde lo cotidiano.
Ensenada nos espera. Y nosotros vamos con el corazón abierto.
La Colmena en Movimiento es…
Una travesía hacia la vida, la risa y el arte compartido.

Nota de la Alquimista
El santuario de abejas no desaparece: muta, respira, espera. Por ahora, seguirá latiendo con la fuerza del silencio, resguardado por la tierra que nos ha sostenido. Nos llevamos con nosotros su medicina —esa alquimia dorada que nace entre flores y zumbidos— para transformarla en el corazón de la ciudad.
Desde nuestro nuevo espacio, continuaremos elaborando pócimas de bienestar a partir de miel, jalea real, propóleo, plantas medicinales y saberes ancestrales. Nos uniremos a artistas del mundo natural, a guardianes del arte botánico y la alquimia visual, para crear experiencias, objetos rituales y medicina viva.
La comunidad seguirá siendo nuestro norte. Nos mueve el deseo de compartir, de tejer red, de crecer junto a otros seres luminosos. Sabemos que algún día regresaremos al santuario. Pero no regresaremos solos.
Regresaremos en comunidad.
Con las manos llenas de historias.
Y el corazón multiplicado.